¿Qué me enseñaron mis plantas sobre el éxito?
Hace casi 3 años, cuando estábamos en el inicio de la pandemia llegó el día de la tierra y decidí que ahí comenzaría mi camino sembrando.
Algo que siempre había tenido en mente desde que lo escuché es que uno en la vida debe “plantar un árbol, escribir un libro, tener un hijo”.
No es que esto lo vea como ley de vida para todos. Creo que cada persona puede elegir su propio camino, resonar con estas tres acciones, con alguna o incluso ninguna. Sin embargo, en mi caso, debo compartirte que las tres cosas a mí me gustaría se den en mi vida.
Y entonces con la llegada de la pandemia, que por aquellos momentos hacía ver todo tan incierto, incluso la propia vida; es que en ese momento no me sentía segura de expresar mi voz y escribir un libro (lo cual por cierto ahora he comenzado y espero muy pronto vea la luz) y al no tener pareja en ese momento veía ante el encierro muy lejano el tener un hijo, entonces decidí que si quería hacer estas tres cosas, era momento de empezar por una, así que empecé por la primera.
Al llegar el día de la tierra y decidida en explorar este mundo de las semillas, plantas, cuidar una planta desde cero, es que usé lo que tenía al alcance y que además me gusta, un aguacate.
Hoy ya está por cumplir 3 años mi arbolito de aguacate que comenzó con una semilla y mis primeros pasos aprendiendo a sembrar. Vaya que internet hace maravillas para que uno aprenda todo lo que quiere.
Después del aguacate vino la semilla de mamey, más adelante un mango con el que tengo dos plantas, varios limones y un chile habanero.
La verdad es que no son muchos, pero me entusiasma mucho verlos todos los días y saber que la vida de todas esas plantitas comenzó con mi decisión de tener una semilla, sembrarla, cuidarla y ser constante en sus cuidados y riego.
Así que haberme dado la oportunidad aquel día de ver qué podía pasar si sembraba una semilla de aguacate, hoy me hace saber que es algo que seguiré haciendo e incluso el día que tenga una gran casa con jardín enorme, me encantaría dar vida a muchas plantas y árboles más.
Pero más allá de eso, lo que hoy te quiero compartir es que hace unos días mientras veía a mis plantas, me puse a pensar en ellas, en su crecimiento, en cómo a lo largo del tiempo se ha dado su crecimiento. Y así, una cosa llevó a la otra, por lo que terminé descifrando un vínculo que encontraba entre cómo han ido evolucionando mis plantas con el éxito o la evolución que nosotros como seres humanos podemos tener.
Es así como llegó el título de este post: ¿Qué me enseñaron mis plantas sobre el éxito?
Y es que, ahora que he tenido la oportunidad de ver su evolución desde cero, cuando nisiquiera existían, cuando eran semillas que comencé a cuidar, cuando las puse en su maceta y ahora que las cuido para que vayan creciendo, me cayó el veinte de que las plantas me estaban enseñando mucho del éxito y de mi propio proceso de evolución. Así que aquí te comparto mis cinco enseñanzas:
Todo empieza con una semilla
Todo comienza con una idea. Un negocio exitoso, el que seas la mujer que deseas ser, el lograr una nueva meta comienza con una primera decisión.
En el caso de las plantas, todo comienza con esa semilla que uno elige sembrar abres la posibilidad a que den vida. Cuando tenemos la semilla no sabemos “si se dará”, en mi caso algunas semillas de limón o de chile habanero se quedaron en el camino, sin embargo, siempre comienza con la decisión de no quedarte con la duda y ver qué puede surgir de todo esto.
Lo mismo sucede en la vida cuando uno quiere alcanzar alguna meta, lograr un éxito, llegar a un nuevo punto en su desarrollo personal o profesional. Debes dar ese primer paso, debes sembrar esa semilla con toda la intención, emoción y decisión, porque de lo contrario, nunca sabrás hasta dónde habría llegado.
Algo está sucediendo, aunque no lo notes a simple vista
De repente en esta vida nos hemos acostumbrado a querer que las cosas se den rápido, que cualquier resultado que queremos alcanzar suceda de forma mágica, creemos que todo cuanto más inmediato se obtenga es mejor.
De ahí que muchas veces elegimos aquello que nos da satisfacción inmediata aunque sea momentánea a dedicar tiempo a aquello que a la larga podría darnos algo mejor, con mayor satisfacción.
Con las plantas algo que he notado es que si bien he plantado semillas muy distintas entre sí, su proceso ha sido siempre similar. Una vez que de la semilla surge la raíz y tiene un tamaño adecuado para poder plantarla, ya que se encuentra en la tierra y simplemente se asoma una pequeña hoja o algo que nos da indicios de que ahí crecerá nuestro árbol o planta, la realidad es que podría decir que toma bastante tiempo que crezca.
Durante un buen tiempo quizás veas una planta chiquitita, en algunos otros casos irá creciendo pero muy lentamente. Y si bien pareciera que se estancó, quizás nos preocupamos porque creemos que la pasamos a la planta muy rápido y entonces morirá, o nos preguntamos cuándo es que comenzará a crecer, algo que yo entendí es que si bien no veo a la planta ya creciendo, formando un tronco sólido, ni mucho menos dando frutos no significa que no esté sucediendo algo.
Y esto lo entendí cuando unas de mis plantas las cambié de maceta porque primero las había puesto en unas muy chiquitas. Me di cuenta que si bien lo que mis ojos veían todos los días era una planta chiquitita, al ver debajo de esa tierra, descubrí raíces por todos lados.
Es así como reflexioné que muchas veces a simple vista pareciera que no hay resultados, que nuestro esfuerzo no da frutos, que nuestro trabajo diario no nos está permitiendo lograr algo; sin embargo, si miramos más allá de lo que se ve (si miramos debajo de la tierra) descubriremos que estamos formando raíces sólidas para que dado el momento el éxito sea evidente, para que con cimientos firmes y sólidos que construimos con paciencia de pronto obtengamos el tan anhelado éxito que imaginábamos.
El éxito requiere de raíces sólidas para no ser algo pasajero o “de una vez” y, lograr esas raíces poderosas no es algo que se da de la noche a la mañana, así que la virtud de la paciencia es clave en este camino.
Entonces, no porque hoy no estés viendo resultados inmediatos a tu esfuerzo constante, no significa que eso no te llevará al éxito. Asegúrate de hacer lo que tienes y quieres hacer, que tarde que temprano los resultados ahí se darán.
Una vez que se comienza a ver, será imparable
Si bien te digo que en muchas ocasiones la primera parte del proceso requerirás de mucha paciencia porque los resultados no serán evidentes de forma inmediata, ya que comienzas a verlos te aseguro que el crecimiento puede ser imparable.
Lo que he notado sobre todo con mi árbol de aguacate que es con el que llevo más tiempo, es que una vez que comenzó a crecer su tronco y a salirle sus primeras hojas, ya no ha parado de crecer.
Y creo que así pasa con el éxito. Al principio resulta incierto si nuestra idea (nuestra semilla) dará algo, después nos entusiasmamos al ver que está tomando forma (que nace la raíz), luego llega la incertidumbre nuevamente porque pareciera que no crece al menos en la superficie; pero de pronto ya que en el interior fue tomando forma, en la superficie ya hay los primeros resultados.
Así que conseguir el éxito no es una carrera de velocidad. El camino toma tiempo, requiere entrega, trabajo constante pero cuando comienza a tomar su propio ritmo, incluso sin darte cuenta verás como es imparable.
Cada día cuenta
Tan fundamental como es necesario ser paciente para lograr algo y alcanzar el éxito. Es igual de indispensable lo que haces cada día, darte cuenta que cada día cuenta.
Para las plantas, no basta con que en cuanto sale la raíz de la semilla la plantes y simplemente esperes que crezca. Ese solo es el principio, ya que requerirá tu atención y cuidados día con día, porque si cuando requiere agua no se la das, morirá. Si cuando necesita luz del sol no se la das, morirá.
Lo mismo sucede con cualquier cosa que queremos lograr. No hay éxito que se dé de un momento a otro, así que será importante todo lo que hagas cada día.
Disfruta el proceso
En las plantas, en la vida, en los sueños que tenemos no se trata simplemente de imaginarlo y que suceda. En algunos casos si es rápido el conseguir lo que se buscó, sin embargo, sea corto o largo el camino que debas recorrer hasta llegar al éxito, recuerda que lo más importante es disfrutar el proceso.
Con mis plantas, si bien hasta el día de hoy ninguna me ha dado fruto. No pierdo la esperanza de que algún día lo den, sin embargo, el tiempo que las he tenido he aprendido a disfrutar el proceso.
En muchos momentos de mi vida cuando algo no lo logro de forma rápida, me frustro o detengo. Así me ha pasado con el intento de tener algunos hábitos en mi vida, con lograr algunas metas personales; sin embargo, este proceso que he vivido con mis plantas me ha permitido ver que no hay que rendirnos a la primera de cambio, que si bien los frutos no se dan rápidamente, no significa que el proceso no sea igual de enriquecedor e incluso bello.
Entonces, algo que valoro y agradezco es que hoy comprendo que el proceso también puede tener muchas satisfacciones. Que disfrutando el camino, incluso de repente te puedes olvidar del “goal”, de la meta que te fijaste, de lo que significaba para ti que eso fuera exitoso, porque el propio proceso lo sientes como un éxito diario y constante en el que estás poniendo todo de ti.
Así que, te invito a que siempre tengas en la mira alcanzar el éxito en todo con lo que sueñas, recordando que el éxito y su significado puede ser tan distinto para cada una de nosotras y está bien. Y aunque vaya a sonar un poco a trabalenguas, incluso en el camino al éxito puedes llegar a descubrirte que estás viviendo ya el éxito.
También te invito a que hoy plantes un árbol, el que quieras, del fruto que más te guste, porque te darás cuenta que es una de las formas más increíbles de dejar un legado y además en el proceso obtendrás muchos aprendizajes y satisfacciones.

