Multicolor
¿Cuántas veces escuchamos que el color “rosa” es para niñas y el “azul” para niños? Llegamos a este mundo con esa regla que pareciera escrita en piedra, y con alguien de nuestro entorno siempre recordándola, hasta que de pronto sin cuestionarnos nos apropiamos también de ella, y así pasamos los años creyendo que solo hay un color con el que debemos identificarnos, que nos caracteriza y define.
En la búsqueda por descubrir quién soy, cómo soy, qué pienso, de dónde vengo y hacia dónde voy, comencé a cuestionarme todo de mí. Fue así, que de pronto por un momento quise dejar la idea que había comprado de ser una mujer que quería una vida color de rosa, y con el deseo de entenderme e incluso conocerme, me analicé a mí y a mis experiencias usando adjetivos que convertía en colores, sin embargo, mis respuestas no fueron en línea recta, no eran únicas, pues me encontré ante una red de posibilidades y así sentirme multicolor.
Ningún instante es igual a otro. Cada instante es multicolor.
Ninguna experiencia aunque parezca similar a otra, la percibimos de la misma forma. Cada experiencia es multicolor.
Ninguna persona es igual a mí. Cada persona es multicolor.
Nosotras no somos las mismas de un instante a otro. Tú eres multicolor.
Y ante toda esa diversidad que nos brinda la combinación de la vida y lo que hay en nosotras, es que he elegido ser multicolor, sin querer definirme a cada momento, sin tener expectativas de “cómo debería ser yo o lo que estoy viviendo”, sin cuestionar o juzgar lo que sucede en mi entorno, y simplemente aceptando lo que sucede por fuera y aceptándome yo misma desde adentro.
Y ser multicolor es hoy poder ver todo color de rosa, pero mañana saber que también es válido verlo gris, o en una semana sentirme en un escenario de distintos colores. No hay una forma única y aceptable de ser, de estar, de pensar, de querer, de hablar, de vivir.
Hoy elijo que puedo ser de muchas formas, puedo sentir todo tipo de emociones, puedo expresarme de mil maneras, puedo querer aprender algo distinto cada día, puedo ponerme una meta nueva siempre que lo quiera, puedo recorrer un lugar nuevo en cualquier momento, porque siempre será válido parar, interiorizar y volver a avanzar, ya sea en el mismo rumbo o cambiar absolutamente de dirección.
Y así, esta vida es un camino no una meta, entonces los aprendizajes, las experiencias, los retos, los logros y los sueños todo el tiempo se transforman y enriquecen, porque nosotras mismas nos transformamos, así que la mejor forma de vivir es avanzando, descubriendo y conectando con las posibilidades infinitas que hay en nosotras para ser esa versión que queremos ser hoy.
Ser únicas y además ser capaces de redescubrirnos y reinventarnos es magia.