Corazón abierto

Sin yoga estoy bien

Pasé más de 30 años de mi vida sin hacer yoga, algunos de éstos viendo, escuchando o leyendo algo de información de lo bueno que era realizar yoga pero esos mismos encontrando excusas para no decidirme a empezar.

Hace unos años, decidí que era el momento de dejar de pensarlo y pensar en mí. Así fue que me inscribí a yoga.

Ahora tras varios años de aquel momento, reafirmo que el haber comenzado con la práctica del yoga fue una gran decisión que ha dado a mi vida otra perspectiva.

Cuando comencé con la práctica, lo hice pensando que sería un ejercicio que me ayudaría a ser delgada, flexible y con el cual encontraría un equilibrio entre mi exterior e interior, sin embargo, estas expectativas se quedaron cortas a lo que me ha enseñado.

Si me ves, quizás de primera instancia no creerás que hago yoga, pues si bien en algunos momentos he estado en una forma física que yo considero saludable y fit, hoy en día hay algunos kilitos de más, pues ahora he entendido que llegar a un cuerpo saludable no es cuestión de un día o solo del yoga, es cuidar de ti y tu cuerpo de forma integral.

Y así es como aunque no todo el tiempo mi cuerpo exterior se vea delgado y que era uno de los beneficios que yo buscada me brindara hacer yoga, hoy sé que es más profundo que eso.

La práctica constante me ha ayudado a percibir en mi cuerpo cambios más trascendentales, por ejemplo, la apertura de algunas partes de mi cuerpo que vivieron por años atrofiadas, capturadas por emociones y sensaciones sin soltar. Si bien identifico que hay aún muchos espacios sin abrir, el seguir haciendo consciencia de mí y mi cuerpo sé que me permitirá llegar a ese punto de entrega total.

Por otro lado, la flexibilidad, que si bien aún sigo en el proceso y sé que el camino sigue siendo largo, mi avance del día uno a ahora me permite sentirme contenta porque he logrado lo que por mucho tiempo ni imaginaba y para mi hace más tangible el hecho de que todo es posible. 

Sin embargo, los mejores beneficios han venido más allá de lo que mi cuerpo pueda mostrar.

La práctica de yoga me hace sentir tranquila y en el camino correcto. Desde pequeñas diferencias como saberme capaz de levantarme temprano cada día con una motivación como el yoga a otras más profundas como el que estoy aprendiendo a darme tiempo para meditar, para darle a mi cuerpo mucho amor y agradecimiento. Saberme capaz de todo, como un proceso de autodescubrimiento de mi interior, de dejar salir mis miedos, estar abierta a lo nuevo y así cada día lograr una nueva postura o llegar más allá de lo hecho un día antes . O como yo lo visualizo, estar cada día más cerca de una mejor versión de mí.

Y es que una de las maravillas del yoga es que no se trata de una competencia, de un “ser el mejor de la clase”, de ganar por lograr el mayor número de posturas o durar más tiempo en ellas.

Algo que quizás a muchas nos atemoriza cuando estamos iniciando o tomando la decisión de iniciar, es encontrarnos en el peor nivel en comparación con quien esté en la clase con nosotros o qué pensarán los demás porque no podemos hacer alguna postura.

La mejor noticia es que cuando empiezas con yoga todo esto lo olvidarás, y así al encontrarte en clase te sentirás simplemente contigo misma. Cada día darás lo que tú y tu cuerpo elijan dar, avanzarás a tu ritmo y eso estará bien para ti. Te harás cada día más consciente, tranquila contigo y amándote, liberando cargas negativas y abriéndote a lo positivo irás mejorando por ti y solo para ti.

Es así que para mí esos avances que en este tiempo he logrado, me entusiasman a seguir y demostrarme que soy fuerte, que soy quien elijo ser y que esa búsqueda del equilibrio que deseo está en mí. 

De lo mejor que he recibido como beneficios es que cuando estoy en mi vida cotidiana me he percatado que ahora soy más consciente de mí y mis emociones.

Me permito darme cuenta cuando algo me estresa, preocupa o genera nerviosismo y trabajo en mis respiraciones hasta tomar nuevamente el control en mí, lo cual me hace sentir muy orgullosa porque por mucho tiempo lo busqué y el yoga es quien me está ayudando a encontrarlo.

Aquellas ocasiones donde comienzo mi día con yoga es tan perceptible cómo mi ánimo, actitud y energía para afrontar el día son distintas, son mejores, son auténticas y positivas.

Mi semblante y mi piel me han dicho que ha mejorado, así como algunas partes de mi cuerpo que me han dicho se ven más fortalecidas o definidas.

Cuando hago yoga por la noche duermo en completa tranquilidad; ante ciertas situaciones que han venido a quebrantar mi paz emocional también me siento orgullosa de verme afrontando esos retos inesperados con ecuanimidad y con la certeza de que lo que sucede y cómo reacciono a ello está en mi.

En fin, cada pequeño o gran avance me mantiene entusiasta de lo que yoga es capaz, del que yo soy capaz.

Hoy tengo claro que mi camino para ser una yogui y una mejor persona apenas lleva unos cuantos pasos, pero recuerdo que estar inmersa en este mundo de “unión” es una tarea de todos los días. Es un trabajo constante de entrega, apertura, desapego y un reto que va más allá de lo que se vive dentro del mat. Por ello aunque por tantos años creí que sin yoga estaba bien… hoy sé que con yoga estoy mejor.

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