La vida sin mí
En México, el día de hoy se realizó un movimiento llamado el nueve nadie se mueve o #UnDiaSinNosotras donde las mujeres no salimos a las calles, al trabajo, al súper, al gym. No salimos de nuestras casas en representación y apoyo de aquellas mujeres que un día salieron de su oficina rumbo a su casa y ya no llegaron, de aquellas que iban hacia la escuela y no llegaron, de todas las mujeres que han sufrido agresión física, mental, verbal, emocional y aquellas que tras cualquier acto de violencia hoy no pueden contar su historia.
La razón de ser de este movimiento era poner ante los ojos de la sociedad cómo sería la vida si las mujeres desapareciéramos. Yo hasta este instante desconozco si mi ausencia haya representado algo para mi entorno, para las personas que veo día con día.
Para mí se trataba de unirme a la voz de las mujeres mostrando nuestra ausencia en esta sociedad, pero a la vez me impulsó ausentarme de la vida para aprovechar este día como un ejercicio significativo para desconectarme del mundo digital, encontrarme sola, platicar conmigo, analizar mi vida y llevarme a un espacio de introspección, de pensar qué sería de esta vida sin mí.
Al representar para mí este día una ausencia principalmente de mi día de oficina, me cuestionaba si habría sido relevante el que yo no hubiera estado ahí. No con un deseo de que alguien mañana me diga “hiciste falta”, sino que este pensamiento traía a mí un sentimiento de tranquilidad, porque honestamente siempre he creído que todas las personas somos reemplazables en un trabajo.
Entonces así como cuando tomo algún día de vacaciones y las cosas salen bien para la empresa, así pensaba que sería este día, así pienso que sería si yo ya algún día no volviera a la oficina, y está bien, no me resulta doloroso. Solo me hizo cuestionarme aún más si estoy en el trabajo que yo deseo estar, si “mi último día trabajando” desearía fuera en el lugar en el que estoy.
Otro de los pensamientos que vinieron a mi cabeza fue la ausencia de personas a mi lado. Si bien la vida que hoy tengo se basa en mis elecciones, cuando te pones a pensar para quién eres importante, quién desearía que estés a su lado en momentos felices pero también en los duros, o quién tú desearías que esté en instantes significativos, y ves que no hay nadie, te das cuenta que estás sola, que no hay una pareja, no hay niños que representen una responsabilidad pero tampoco motivos para dar todo de ti, y entonces te cuestionas si tus decisiones han sido las correctas.
Mis reflexiones se dirigieron a interiorizar, analizar todo lo construido y vivido, agradecer por todo ello. Valorar cada nuevo día, a las personas que tengo cercanas, el techo bajo el cual vivo, los aprendizajes que he adquirido, las experiencias que he disfrutado.
Sin duda la vida siempre debe agradecerse, cada instante, cada oportunidad, cada momento bien vale la pena. Sin embargo, también siempre hace bien parar y ajustar el rumbo cuando así lo consideremos necesario.
En este caso me puse a pensar si la forma en que estoy viviendo hoy en día, si de pronto la vida me detuviera y llegara la muerte, si estaría tranquila, si me iría feliz de esta vida, de mis últimos momentos.
Recordé aquel post que escribí “El día que supe que iba a morir”, porque de repente creemos la vida eterna, y comenzamos a actuar en piloto automático o a simplemente sobrevivir. Entonces dejamos de hacer algo que deseamos y decimos “mejor lo intento después” o “lo haré cuando mi vida tenga esto, o cuando me encuentre en determinada etapa”. Así se nos escapan las oportunidades.
En mi búsqueda de comprender qué será de la vida sin mí, es que llegué a la conclusión de que más allá de enriquecer a mi ego queriendo que ante mi ausencia todos me recuerden, me añoren o deseen que esté ahí, necesito enfocarme en mi presente, en cómo quiero seguir construyendo mi paso por esta vida.
Darme claridad para saber hacia dónde quiero ir, los proyectos que he postergado y ya no quiero que sea así, seguir tomando las decisiones que marcan el rumbo de mi vida sintiéndome siempre orgullosa, feliz y tranquila.
Y no sé qué será de la vida sin mí, no me lo quiero preguntar, solo quiero vivir con la certeza de que a cada momento di todo de mi para darle sentido a esta vida, mi vida.